Skip to main content

Noble Profesión- Microrrelato

—Quizá sea mejor no llevarles la contraria —-, pienso y les dejo a ellos el compartimiento de bagaje. —O vendrá seguridad.

Avanzo a buscar otro lugar para mi mochila descarapelada que va cumpliendo ya tres horas con un zapato viudo más, el izquierdo.

Regreso a mi lugar. A un lado, junto a la ventana con vista al aeropuerto, va una señora en sus sesentas.

—Dime, ¿qué lo lleva a Monterrey? —me pregunta la loca.
Miento.
—Familia.
El avión empieza a avanzar.
—¿Trabaja? 
—dice. 
—Vendo zapatos
—¡Noble profesión! Quizá me podrá dar un descuento. ¿Qué clase?
Sé que no me dejará en paz sin confesión.
—Izquierdos.
—¿Y los derechos?
Susurro: —¡Se van a la morgue!

Comments

Más Vistos

Tormenta

Una tormenta En sí, refleja el poder de nuestro Señor. Relámpago ilumina la noche, Y los tambores empiezan en la distancia a sonar Poco a poco crece en intensidad El sonido, que al final,  Retumba en tu interior.  Y mueve los cimientos de la tierra misma. Una tormenta  Con lluvia que penetra la tierra Cumple su deber de regar  Las plantas que tanto esperaron bebida Con lluvia que baña a las criaturas Que alaban al Creador  Una tormeta  Feroz como el león  Que libera su rugido  Que penetra tu interior La tormenta 

Microrrelato: Señor de los Girasoles

Todos los días veía a un señor parado en la esquina. Vendía girasoles. Llegaba temprano con sus zapatos cafés bien lustrados, pantalones ajustados con un cinturón de piel y camisa blanca bien planchada. Una sonrisa iluminaba su cara arrugada cada vez que alguien pasaba. Ofrecía sus flores a cualquiera: parejas, solteros y niños. Al final, cuando el sol se escondía detrás de la residencia de enfrente, él hacía descansar las cubetas en su carreta. Pero estaban llenas de flores. Flores cabizbajas, el mismo número que había traído en la mañana … todas, menos una. Ese girasol en la mano tiesa del señor ya tenía dueño, pues era un regalo. Lo seguí por las sombras. Sus pasos hicieron crujir el suelo por diez minutos de camino. Y al final, el girasol llegó a descansar en la piedra fría de una tumba. María del Sol. Y con su último suspiro, las últimas gotas de vida,  la flor levantó su rostro hacia el nombre. El señor siguió su camino para desaparecer en la oscuridad ...