Karla se dejó caer en el sillón. Su mirada se perdió.
¿Qué clase de virus podía voltear al mundo bocabajo?
Cerraron los cines, cerraron los salones. Las playas.
Los casinos. ¡Restaurantes! No había nada que hacer.
A nadie a quien ver. Adiós carnavales. Adiós fiestas.
Adiós. Adiós a la vida habitual.
Karla suspiró y fijó la vista en lo que tenía en sus manos.
Era su última quincena.
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