Skip to main content

Microrelato: Cuando Todo Esto Pase...

Dijeron unos: Cuando todo esto pase… pasearemos en el bosque. 
Pero nunca fueron.
Dijeron otros: Cuando todo esto pase… comeremos un helado, como antes. 
Pero nunca lo comieron 
Unos más: Cuando todo esto pase… haremos una fiesta, junto a todos tus amigos. 
Pero nunca la hicieron. 
Fueron pocos que encerraron a los muchos por no aislarse a sí mismos.
Los muchos se quedaron en sus casas sin vivir la vida. En encierro lloraron
y terminaron de apagar la luz que brillaba en su interior. 
Cuando todo esto pase…  creeremos en un Dios. 
¿Y si la crisis después empeoró? Apagaron la fe que pudieron tener
y desperdiciaron la esperanza. Esperanza que sus dedos estaban por acariciar. 
Cuando todo esto pase…

Por meses, algo más estaba pasando mientras esperaban acostados.
Sus sonrisas y su bella arte tuvieron que esperar, a que todo eso pasara, en lugar de florecer. 

Comments

Post a Comment

Más Vistos

Tormenta

Una tormenta En sí, refleja el poder de nuestro Señor. Relámpago ilumina la noche, Y los tambores empiezan en la distancia a sonar Poco a poco crece en intensidad El sonido, que al final,  Retumba en tu interior.  Y mueve los cimientos de la tierra misma. Una tormenta  Con lluvia que penetra la tierra Cumple su deber de regar  Las plantas que tanto esperaron bebida Con lluvia que baña a las criaturas Que alaban al Creador  Una tormeta  Feroz como el león  Que libera su rugido  Que penetra tu interior La tormenta 

Microrrelato: Señor de los Girasoles

Todos los días veía a un señor parado en la esquina. Vendía girasoles. Llegaba temprano con sus zapatos cafés bien lustrados, pantalones ajustados con un cinturón de piel y camisa blanca bien planchada. Una sonrisa iluminaba su cara arrugada cada vez que alguien pasaba. Ofrecía sus flores a cualquiera: parejas, solteros y niños. Al final, cuando el sol se escondía detrás de la residencia de enfrente, él hacía descansar las cubetas en su carreta. Pero estaban llenas de flores. Flores cabizbajas, el mismo número que había traído en la mañana … todas, menos una. Ese girasol en la mano tiesa del señor ya tenía dueño, pues era un regalo. Lo seguí por las sombras. Sus pasos hicieron crujir el suelo por diez minutos de camino. Y al final, el girasol llegó a descansar en la piedra fría de una tumba. María del Sol. Y con su último suspiro, las últimas gotas de vida,  la flor levantó su rostro hacia el nombre. El señor siguió su camino para desaparecer en la oscuridad ...