Sus ojos me asaltan. En pleno sol, grité. Nadie ve. Nadie oye. Corrí a la sombra. Parpadearon.
Corrí a la luz. Me taladraron... el corazón. Corrí a la casa. Esperaban en el espejo. Me dormí.
Y no los veo. Segundo, segundo, espero despertar. Sus ojos sangrientos. Viendo los míos.
¿Qué querían? ¡Me querían! Pero no desperté. No lo haría. No los vería. Era mañana. Tic. Toc.
Suena el reloj. No veré. Tic. Tac. Sin respirar. No despertaría. Me estarían esperando.
Su toque mordaz me paralizó. En el cuello, sus dedos congelados me callaron.
El murmullo de la vida se apagó.
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