¡Hola!
Hoy quería compartirles algo que creo que es muy interesante acerca de los niños.
En Mateo 18 leemos que Jesús habla con mucha importancia de los niños, ¿no?
Por ejemplo él dice "De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos". (Mateo 18:3)
En Mateo 18:4, "Así que cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos."
Y más adelante Jesús dice: "Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos."(Mateo 19:14)
Wow, ¡aparentemente es gran cosa ser como un niño para entrar en el reino de los cielos!
¿Porqué sera?
Bueno, cuando pienso en un niño, puedo mencionar por lo menos tres características.
1- Su inocente fe.
2- Sus ojos llenos de asombro, maravillados de todo lo que ven.
3- Su felicidad sin preocupación ni ansiedad.
Yo tengo un hermanito de 4 años, y les puedo decir que lo que yo seriamente le diga lo va a creer. Lo cree porque me conoce, porque sabe que no le miento. Y lo cree sin dudar.
¡Esa fe inocente es la que uno debe tener al nacer de nuevo! Y al decir fe inocente, no me refiero a fe tonta, ciega o sin razonamiento. Es una fe basada en evidencia, algo sólido: La palabra de Dios.
Romanos 10:17 "Así que la fe es por el oír, y el oír de la palabra de Dios".
Hebreos 11:1 "Es pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve".
Romanos 5:1 "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo".
Y para nacer de nuevo creemos que Jesús murió en la cruz por nuestros pecados simplemente porque la palabra de Dios lo dice. Eso es fe de un niño.
La segunda característica no solo aplica al nacer de nuevo, pero para toda nuestra vida cristiana.
Tal vez uno ya está acostumbrado al ver una montaña, un árbol, un perro, o incluso una persona. Los vemos todos los días.
Pero cuando vemos la creación con los ojos de un niño podemos detenernos a ver la mano de Dios en todo. Podemos maravillarnos de nuestro Creador y ¡es genial! Somos tan chiquitos y a Dios tan grande.
Job 38-40 lo resume de una manera perfecta, te invito a leerlo.
¿Para qué crees que creó Dios tanta diversidad de flores?
¿Para qué creó Dios las inmensas montañas, tan imponentes?
¿Planetas increíblemente más grandes que la propia Tierra?
¿Las furiosas olas del mar?
¿Los deslumbrantes relámpagos?
¡¡Todo para que nos asombremos del poder, la creatividad y la inmensidad de Jehová!!
En darnos su amor, su misericordia, su paz y que nosotros lo adoremos por ser el Dios de Amor, el Dios de Misericordia, el Dios de Paz, ¡Eso es lo que él quiere y en lo que se deleita!
Dios creó al hombre para amarlo y vemos la evidencia en la creación. En serio.
Una de las que más me gustan es el sentido del gusto. Fácilmente Dios pudo no habernos dado el sentido del gusto, pero él quería que disfrutáramos lo que comiéramos. Y Dios creó millones de sabores. ¡Sólo mira la variedad de especias! Y podría mencionar muchísimos ejemplos más.
La tercera característica de un niño es la felicidad despreocupada de un niño. Es lo que a veces extraño de tener 5-8 años. ¡No habían tantas preocupaciones y responsabilidades en ese entonces XD! Papá y Mamá lo tenían todo en control.
Pues así también es con Dios. Al nacer de nuevo, nosotros no hicimos nada. Dios fue el que envió a su hijo a nacer y morir. Dios nos perdonó. Dios nos dio la vida eterna. Nosotros solo tenemos que creerlo y descansar en eso.
Y también aplica para el resto de nuestro caminar cristiano. Descansa en que Dios tiene el control de las circunstancias, él tiene un plan. Descansa en las verdades espirituales.
"Por el vestido ¿por qué nos afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de estos". Mateo 6:28 y 29.
Nuestro Padre nos ama.
¿Porqué no aprendemos a disfrutar la vida con Dios?
¡Seamos como niños!
¡Creamos la palabra de Dios sin duda y sin debate!
¡Maravillémonos de la creación y del inmenso amor de Dios!
¡Vivamos sin afán, descansando en Dios!
"Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!" Fil. 4:4
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